En una noticia que conmocionó a la industria naval mundial, la agencia de adquisiciones del Ministerio de Defensa Alemán anunció, la noche del 13 de enero, su decisión final sobre el proyecto de fragata MKS180, designando como ganador al consorcio liderado por el astillero holandés DAMEN, en conjunto con la firma alemana Blohm und Voss.
Las fragatas MKS180 serán las más grandes jamás operadas por Alemania (cuatro firmes más dos opciones), con una eslora de 155 metros y un desplazamiento de 9 mil toneladas.
Pero la decisión de otorgar el contrato a un consorcio liderado por un astillero extranjero ha tenido fuertes repercusiones políticas en Berlín, donde diversos grupos pelearon por mantener el proyecto bajo tutela 100% alemana.
Sin embargo, el ruido político esconde lo verdaderamente importante: después de tres décadas de relativo estancamiento, pareciera que la Armada Alemana está dando pasos firmes para recuperar las capacidades perdidas tras el fin de la Guerra Fría en 1991.
En este sentido, el proyecto MKS180 debe ser visto no como un fin en sí mismo, sino como un medio fundamental dentro de la estrategia naval alemana rumbo al siglo XXI. Ni más ni menos.
Un poco de historia
Durante la Guerra Fría, Alemania Occidental jugó un papel determinante en la estrategia de la OTAN contra el Pacto de Varsovia. En los planes militares de la alianza atlántica se establecía que, en caso de que la disuasión estratégica y la diplomacia fallaran, las tropas soviéticas avanzarían rumbo a Europa central a través de Alemania, para de ahí continuar su rumbo hacia Francia, Holanda, Bélgica y Austria.
Baste recordar que, tan sólo dentro de la República Democrática Alemana (la infame DDR, el satélite soviético), los rusos tenían no menos de 300 mil tropas y 20 divisiones blindadas en alerta permanente; les tomaría tan solo unas horas capturar Berlín y pocos días para ocupar la Alemania Federal.
Esta situación estratégica determinó la doctrina, política y estrategia de defensa de Bonn, prácticamente desde 1949 hasta 1991, con un diseño de fuerzas muy particular.
Según Jeremy Stöhs, del Institute for Security Policy at Kiel, el grueso de la responsabilidad militar cayó en los hombros de las fuerzas de tierra y aéreas, mientras que la Bundesmarine se concentró en desarrollar capacidades de A2/AD en el Mar del Norte, protegiendo el paso marítimo estratégico rumbo al Báltico.
“La Marina Alemana (occidental) fue diseñada -en aquella época- para jugar un rol fundamental dentro de los planes de contingencia de la OTAN y, en caso de guerra, conducir operaciones de guerra anti-submarina (ASW), anti-superficie (ASuW) y de minado (MW) contra las fuerzas navales soviéticas”.
Cuando la Cortina de Hierro cayó, continúa Stöhs, Alemania contaba con al menos 12 fragatas y destructores, 42 buques de patrulla con misiles (guided-missile patrol boats), 50 buques de guerra de minas y 24 submarinos SSK de los tipos 206 y 205.
Ante la desaparición -prácticamente de un día a otro- de la amenaza existencial que representaba la URSS, el grueso de las fuerzas armadas alemanas (incluyendo, claro está, su Marina de Guerra) sufrieron un impacto en presupuesto, capacidades y apresto operacional.
Mientras que, en 1990 Alemania destinaba casi el 3% de su PIB al sector defensa, para el 2000 esta cifra se había reducido a menos del 1.5%.
Nueva mar y otros vientos
Sin embargo, todo comenzó a cambiar a partir de la publicación del Libro Blanco de Defensa de 2006, donde se estableció la necesidad de contar con fuerzas navales multimisión, capaces de ser enviadas a lugares distantes e incluso servir de apoyo a operaciones en tierra.
Si bien es cierto que varios de estos planes de modernización se han quedado cortos ante la ineptitud de la clase política en Berlín, es importante mencionar que la Marina Alemana ha seguido un ritmo constante de modernización y adaptación destacables.
Hoy en día, la Marina busca consolidar un poder naval balanceado, con medios modernos y avanzados para los diversos espectros tradicionales de la guerra naval, pero con capacidades suficientes en materia de guerra asimétrica y operaciones relativas a la Seguridad Marítima.
En esto debe enmarcarse la llegada de las corvetas K130 Clase Braunschweig, las fragatas de defensa aérea F124 Clase Sachsen, las fragatas multi-misiónF125 Clase Baden-Wurttemberg y, como mencionamos al principio, las recientemente anunciadas fragatas MKS180.
En esta década llegarán, también, las fragatas AAW Clase F127; y quizás se avance en la incorporación de medios navales de proyección para operaciones anfibias (LHDs), lo que aun está por verse.
Habría que considerar también que, si la Armada Alemana mantiene el rumbo para consolidar un poder naval más balanceado, deberá incrementar su actual flota de seis submarinos -eso sí, de lo más avanzados- Tipo 212 AIP SSK.
En todo caso, el anuncio del ganador del proyecto MKS180 es una noticia interesante en lo político-industrial; pero sin duda, es todavía más relevante el significado de dicho contrato: la Deutsche Marine de 2020 ha recuperado la vitalidad y empuje que había perdido desde 1991.
Podemos estar seguros que, si Berlín acepta de una vez por todas su peso geopolítico en el mundo, la Armada Alemana jugará un papel activo en mares muy distantes.
Insisto, no nos sorprenda ver pronto una fragata alemana navegando el Mar del Sur de China.
Ps. Habría que dar seguimiento al proceso político alemán tras la partida de Merkel. Sin duda, el sector defensa sufrirá un replanteamiento estratégico sumamente interesante.
Imagen tomada de: damen.com