“La primera regla de la guerra irrestricta, es que no hay reglas y nada está prohibido”.
En febrero de 1999, Qiao Liang y Wang Xiangsui, un par de coroneles del Ejército de Liberación Popular de China (PLA, por sus siglas en inglés), publicaron un documento que habría de convertirse en un verdadero tratado sobre el futuro de la guerra.
Aunque China ha cambiado enormemente en estos 20 años -así como el escenario de seguridad internacional- Guerra Irrestricta (Unrestricted Warfare), es hoy en día una lectura obligada para todo aquel estudioso o profesional de la defensa, la seguridad nacional y la estrategia.
A continuación, presento un brevísimo bosquejo del pensamiento de esta importante obra, cuya relevancia actual es, desde mi punto de vista, incluso mayor de aquella que tuvo hacia fines de la década de 1990.
El contexto del libro
Durante la década de los 1990, el mundo vivió una serie de movimientos geopolíticos de gran magnitud. Desde la caída del muro de Berlín en 1989, la implosión de la URSS, la Guerra del Golfo o la Guerra de Kosovo, el arreglo institucional y para-institucional que había significado la Guerra Fría, simplemente desapareció.
Esta reconfiguración global en los campos político, económico, psicosocial y militar provocó una fuerte reflexión al interior de las fuerzas armadas chinas, quienes comenzaban a poner en práctica nuevas doctrinas operacionales para adaptarse a los requerimientos de seguridad y defensa demandados desde Pekín.
Ya en otra ocasión hemos reflexionado sobre la evolución del pensamiento militar chino de la época, pero baste mencionar que éste no puede ser disociado del tratado elaborado, en 1999, por Liang y Xiangsui, precisamente para darle sustento teórico a lo que ya era evidente ante los ojos del mundo: la guerra del siglo XXI sería completamente diferente a lo ya conocido, y China sería parte de esta reconfiguración.
La visión de los autores sobre la evolución de la guerra
De acuerdo con Liang y Xiangsui, a lo largo de la historia de la humanidad, los avances tecnológicos han sido los principales detonadores de cambios en la forma de hacer la guerra.
“…la aparición del acero y bronce, hicieron posible la falange de infantería; avances en las flechas y lanzas permitieron nuevas tácticas de caballería […] el descubrimiento de la pólvora trajo consigo el cañón, lo que dio origen a una nueva forma de guerra…”
Lo mismo pasó en prácticamente todos los dominios, desde el marítimo con la llegada del casco de acero y la autopropulsión de los buques; hasta el aéreo, con la aviación militar a partir de la Primera Guerra Mundial.
En palabras de los autores, la revolución tecnológica permite la revolución de las armas, lo que a su vez modifica la forma de hacer la guerra (aunque ellos utilizan el término, entonces de moda, de revolución de asuntos militares).
Sin embargo, Liang y Xiangsui van más allá al imaginar cómo serán las guerras del futuro (o del presente, si tomamos en cuenta que su tratado fue escrito hace 20 años).
Para ellos, los avances tecnológicos del pasado provocaban la llegada de un arma totalmente nueva, lo que modificaba el accionar militar en el campo de batalla; mientras que, en el siglo XXI, la velocidad del cambio tecnológico y su impacto en todos los aspectos de nuestras vidas es tan amplio, que la guerra trascenderá las barreras de lo propiamente militar.
Y es aquí donde los autores critican la mentalidad de Occidente, al considerar que ésta se ha vuelto rehén del cambio tecnológico.
Es decir, en lugar de que los pensadores militares occidentales estudien qué tipo de armas necesitan para pelear las guerras del futuro, piensan qué guerras podrán pelear con las armas que les provea la tecnología.
Los autores lo explican a través de la dicotomía de “pelear la guerra que se acomoda a nuestras armas” (mentalidad de Occidente) o “crear las armas que se acomodan a la guerra que viene” (mentalidad China).
Para mí, esta es sin duda la más importante contribución de Guerra Irrestricta, porque esconde una verdad a todas luces incómoda: mientras que EE. UU. o Europa enfocan sus esfuerzos en diseñar nuevas tecnologías, lo cierto es que siguen percibiendo la guerra de una forma tradicional: ganar al contrario mediante operaciones cinéticas, aplicando los principios básicos de maniobra, poder de fuego, tempo y masa. Lo mismo desde prácticamente la Guerra de los 30 años en el siglo XVII.
Pero si la naturaleza misma de la guerra ha cambiado (como argumentan Liang y Xiangsui), primero debemos replantear nuestros conceptos de victoria, enfrentamiento, ganar o perder; antes de dejarnos llevar meramente por el canto de las sirenas tecnológicas.
La guerra del siglo XXI
Regresando al punto anteriormente señalado, los autores continúan su exposición argumentando que el campo de batalla ha dejado de ser meramente militar, e incluye ahora prácticamente el resto de los campos del poder: el político, el económico y el psicosocial.
De hecho, Liang y Xiangsui se burlan del concepto americano de “Military Operations Other Than War”, o de Operaciones Militares Diferentes a la Guerra; pues consideran que refleja una enorme miopía estratégica.
Para ellos, Occidente en general y EE. UU. en particular siguen queriendo separar lo militar de lo no militar, cuando esta separación es ya inoperante.
“Cuando ningún pensador militar (occidental) ha podido aun explicar bien cómo será el campo de guerra del futuro, la tecnología está modificando todo tan rápidamente que el campo de batalla será, virtualmente, infinito”.
De hecho, argumentan que la principal preocupación de seguridad nacional de los estados en el Siglo XXI no tendrá naturaleza militar, sino híbrida, combinada y “sin rostro”.
“Llega ahora un tipo de guerra no militar, ejecutada por un soldado no profesional. Tal vez se trate de un ingeniero de software capaz de hackear sistemas económicos, o incluso quizás se trate de un especulador financiero capaz de quebrar un país entero, con tan sólo mover su capital de un mercado a otro”.
Liang y Xiangsui hablan entonces de guerra económica, guerra financiera, guerra legal, guerra medio ambiental, guerra política, guerra psicológica y, de manera importante, hablan de guerra cultural.
Las características de la guerra del Siglo XXI
Al finalizar su tratado, Liang y Xiangsui ofrecen un listado de características que, según ellos, reflejan la naturaleza de la guerra en el Siglo XXI.
Lo que debe llamar la atención, no es la originalidad de este listado (honestamente, tiene reminiscencias del pensamiento estratégico chino de hace dos mil años), sino que esta siendo utilizado al pie de la letra por la China del 2020.
Algunas de las características mencionadas son:
- Omnidireccionalidad: la guerra se ejecuta en todas direcciones, en todos los dominios tradicionales (terrestre, aéreo, marítimo, espacial y cibernético) y también en todos los campos del poder.
- Sincronía: se refiere a ejecutar, en mismo lapso, una serie de acciones militares y no militares de gran escala, pero que se “detengan justo antes” de desembocar en una guerra abierta. Este concepto es conocido, ahora, como Zona Gris.
- Objetivos limitados: los estrategas del siglo XXI deben alejarse, lo más posible, de las consideraciones de guerra total y de múltiples objetivos, propios del pensamiento militar occidental.
- Medios ilimitados: “la tendencia es hacia el uso de medios ilimitados, pero constreñidos a objetivos limitados”, dicen los autores.
- Asimetría: se trata de buscar cursos de acción en la dirección contraria “a los nodos de balance del enemigo”. El concepto de “nodo de balance” es, para mí, ciertamente similar al de “centro de gravedad” de Clausewitz, en su más amplia expresión (físico y no físico).
- Consumo mínimo de recursos: “usa siempre la menor cantidad de recursos, necesaria para cumplir los objetivos limitados”.
Reflexión
Si bien Guerra Irrestricta fue escrito hace ya 20 años, su lectura es obligada hoy más que nunca: no puede entenderse el accionar político-estratégico chino de la actualidad, sin haber leído este texto a profundidad.
Baste como ejemplo el expansionismo marítimo chino de los últimos 10 años: ahí se combinan medios militares (PLAN) y no militares (Guardia Costera y Milicia Popular Marítima Pesquera) para ejecutar un control de facto de prácticamente toda la Primera Cadena de Islas, a través de operaciones “en la zona gris” que rayan en el límite de una acción pasivo-defensiva y una guerra abierta.
Lo mismo sucede con las actividades financieras chinas en África, donde el financiamiento de infraestructura es en realidad un medio de dominación política y negación de mercado para naciones de Occidente.
Como diría David Kilcullen en su más reciente libro, The Dragons and the Snakes, Estados Unidos en particular y Occidente en general no entienden que éstas y otras acciones de China son operaciones de guerra abierta, pero ejecutadas en campos distintos a los tradicionalmente aceptados por Washington o Bruselas.
No entienden que no entienden.
¿Está China en guerra contra EE. UU. y Occidente? La respuesta es, definitivamente no. Al menos desde un punto de vista tradicional.
Sin embargo, quizás deberíamos preguntarnos, ¿está China en guerra contra EE. UU. y Occidente, desde el punto de vista de Qiao Liang y Wang Xiangsui?
En ese caso, la respuesta quizás es sí.
Nota. existen diversas traducciones de Guerra Irrestricta. La mejor, desde el punto de vista de diversos especialistas, es: https://www.amazon.com.mx/Unrestricted-Warfare-Chinas-Destroy-America/dp/1626543054/ref=sr_1_1?__mk_es_MX=ÅMÅŽÕÑ&dchild=1&keywords=unrestricted+warfare+echo+point+books&qid=1599324867&s=digital-text&sr=1-1
Muchas gracias exclente lectura